Cómo las Smart Cities están transformando la vida urbana

Héctor Aparicio, especialista en IoT para Smart Cities de NEC en Latinoamérica.

Por: Héctor Aparicio, especialista en IoT para Smart Cities de NEC en Latinoamérica.

Las ciudades modernas enfrentan el desafío de administrar recursos limitados en medio de un crecimiento acelerado y demandas sociales cada vez mayores. En este escenario, el Internet de las Cosas o Internet of Things (más conocido como IoT) se convierte en un aliado estratégico, transformando datos en decisiones clave que mejoran la movilidad, la seguridad y la calidad de vida. El IoT está ayudando a diseñar las Smart Cities de distintas maneras para mejorar la calidad de vida de las personas.

Una Smart City es aquella ciudad que gestiona sus recursos de manera eficiente, basándose en datos reales, actuales, históricos y futuros para su toma de decisiones. Y esto recae en tareas tanto simples como complejas y operativas, tales como la recolección de basura, aspectos de seguridad, iluminación pública, mantenimiento de áreas verdes, la calidad del aire y otros parámetros ambientales, gestión de estacionamientos, movilidad, entre otras. Las soluciones de IoT permiten rescatar datos clave mediante sensores y tecnologías para construir una visión integral de la ciudad y así tomar mejores decisiones sobre inversión, gastos y operación, con el objetivo final de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Sobre esta base general se construyen las soluciones tecnológicas que constituyen nada más que la forma de rescatar datos del ambiente o de la ciudad, para construir información de relevancia e interés para diversos actores, y de una manera integral.

Finalmente, toda esta información – decisiones, asignación de recursos, y otros procesos asociados a esta información – permite que los habitantes de la ciudad puedan contar con mejores condiciones de trabajo, mayor seguridad e inversión en bienes de uso público, mejor salud, movilización, accesibilidad a infraestructura, etc. Al fin y al cabo, un uso óptimo de recursos para una mejor calidad de vida y disposición de información de interés para los propios habitantes.

Para aterrizar un poco más el concepto, tomemos el caso de la iluminación pública, y sobre ello, las llamadas luminarias inteligentes. Consisten básicamente en el montaje de un sensor electrónico sobre el alumbrado, que permite obtener datos y parámetros tales como consumo eléctrico, potencia (voltaje, corriente), atenuación, factor de potencia, detección de estado de las luminarias o fallas, localización de las mismas, entre otros.

El trabajo y el análisis sobre estos datos permitirán construir los escenarios e información, estadísticas, tales como tasa de ocurrencia de fallas, tipos más comunes de desperfectos, zonas geográficas más expuestas a fallas, localización, consumos eléctricos, estado de procesos de mantenimiento o reparaciones, etc. y por lo tanto, los gestores de la ciudad estarán en condiciones de tomar decisiones y asignar y optimizar los recursos con que cuentan para su operación diaria, en cuanto a monto o distribución u otros aspectos.

Con esta mayor información, la Smart City podrá decidir, por ejemplo, las rutas óptimas de mantenimientos y reparaciones necesarias, periodicidad necesaria, los recursos que se requieren (presupuesto mensual/anual, camiones, técnicos requeridos, maquinarias, etc.), el stock de repuestos con el que debe contarse por el período y el budget asociado, los consumos y tarifas eléctricas que más se adecuan a ese consumo, etc. Incluso podrá correlacionar con información de otros departamentos o unidades de la ciudad, tal como la seguridad, conociendo, por ejemplo, zonas más susceptibles a delitos, y tomar entonces la decisión del aumento de intensidad lumínica en horarios críticos de seguridad o de niveles de atenuación en vías vehiculares de acuerdo a los horarios, etc.

Debemos tener en cuenta que un sistema como una ciudad está formado por una variedad de subsistemas, que la componen e interactúan entre sí en algún punto de sus propios procesos. Es aquí donde cobra relevancia que las soluciones y sistemas tecnológicos permitan integrar, gestionar y exportar datos para los procesos de enriquecimiento de otros subsistemas y, por lo tanto, el óptimo funcionamiento de cada uno de ellos, pero desde una mirada integral.

Una Ciudad Inteligente debe estar interconectada a nivel interno e incluso con otras ciudades a través de un sistema o plataforma que permita cubrir los diferentes ámbitos del IoT y de la ciudad. En este sentido, el mercado tiende hacia la necesidad de sistemas abiertos y sujetos a estándares y protocolos adoptados y acordados a nivel mundial, tales como Wi-Sun, Fiware, TALQ, normas UNE 178, ISO 37120, entre otras.

Para finalizar, atendiendo al momento, espacio y tiempo en que nos encontramos, las soluciones IoT en este ámbito pueden hacer uso y beneficiarse enormemente de la aplicación de la IA (Inteligencia Artificial) en sus procesos. El manejo de grandes cantidades de información, el cambio continuo, la correlación de datos y el gran número de actores involucrados, permitirán a estos sistemas – apoyados en la IA- entregar a las ciudades y las personas la información adecuada, exacta y altamente customizada, para atender al objetivo central: la toma de decisiones en el uso óptimo de recursos y la mejora integral de la calidad de vida de las personas.