Por: Ángel Medina, director de Sostenibilidad Corporativa & ESG en Dell Technologies.
Los residuos electrónicos están creciendo rápidamente y representan un desafío global urgente. Según el informe Global E-waste Monitor 2024, en 2022 se generaron más de 62 millones de toneladas de desechos electrónicos en todo el mundo, una cantidad suficiente para llenar 1,55 millones de camiones de 40 toneladas. Lo preocupante es que solo el 22,3% de estos residuos fueron reciclados de manera adecuada, lo que no solo dejó sin recuperar recursos naturales valorados en más de 62 mil millones de dólares, sino que también incrementó riesgos de contaminación en comunidades globales.
Y aterrizando a Colombia, tan solo en 2022 generó cerca de 38 mil toneladas de residuos electrónicos, posicionándose en ese año como uno de los mayores generadores de basura electrónica en América Latina y el Caribe, según Statista.
Este panorama exige una transformación urgente. Si no tomamos acción ahora, para 2030 los desechos electrónicos podrían aumentar en un 32%, alcanzando 82 millones de toneladas. De igual forma, no se trata sólo de evitar desechos: reciclar tecnología de manera responsable también permite recuperar materiales clave, reducir la huella de carbono y alargar la vida útil de los dispositivos.
Actualmente es posible reducir desechos y emisiones al recuperar, reutilizar y reciclar productos y materiales siempre que sea posible. En mi experiencia, una de las maneras más efectivas de avanzar hacia una economía circular es mediante el diseño y la innovación responsable. Es por ello que empresas como Dell han implementado soluciones con reciclaje y sostenibilidad como pilares fundamentales en su modelo de negocio.
Este enfoque ayuda a optimizar el ciclo de vida de los dispositivos mientras avanzamos hacia metas de sostenibilidad. Un ejemplo de esto es que llevamos más de 25 años diseñando soluciones tecnológicas con el reciclaje, la reutilización y la reducción de residuos como principios rectores.
Hoy, cada dispositivo recuperado en Dell inicia un nuevo ciclo: si es reparable, lo reacondicionamos; si no, lo desensamblamos para rescatar piezas útiles y reciclar el resto de forma responsable. Así, convertimos residuos en recursos, alineando sostenibilidad con eficiencia operativa.
Además, la innovación juega un papel crucial. Por ejemplo, los puertos USB-C modulares permiten un reemplazo sencillo y menos desperdicio, las baterías intercambiables alargan la vida útil del producto, y el uso de materiales reciclados y biológicos reduce el impacto ambiental de los dispositivos. También, con tecnologías como los códigos QR en productos, se busca orientar a los consumidores en procesos de reparación y reciclaje, creando un ciclo más consciente de uso y recuperación.
El compromiso es claro, por cada tonelada de tecnología adquirida, se busca recuperar una tonelada para reciclarla o reutilizarla. Esta no es una promesa vacía, sino una acción concreta que refleja nuestra responsabilidad frente a la sostenibilidad y la gestión de residuos.
Creo firmemente que el cambio comienza desde dentro, desde las decisiones que tomamos como ciudadanos, empresas y líderes. La economía circular no es una utopía, es una estrategia real para construir un planeta más limpio, justo y consciente.